Con la aparición de Curtis en el Palacio de Jade, a Ismael no le quedó otra opción que regresar a su estudio con él. El tercer príncipe no dejaba de pasearse de un lado a otro, mientras Curtis se apoyaba en la esquina de la habitación con los brazos cruzados, sus ojos fijos en Ismael.
—Maldita sea esa mujer... —Ismael maldijo entre dientes apretados, pasando su mano por el cabello—. ¿Qué diablos está tramando ahora?
Ismael, aunque nunca confió en Aries, sabía que ella deseaba la caída de Joaquín tanto como él. Sin embargo, no debería ser tan complaciente. Aries lo sacrificaría y lo usaría como carne de cañón para su conveniencia. Si Curtis estaba aquí, eso respondía al cambio de planes de Joaquín. Aries había usado su astuta boca una vez más.
—Cálmate