—Pero... lo haces muy desafiante —Aries tragó saliva mientras sus ojos se dilataban, mirando hacia su región inferior. Ya lo había visto varias veces. Sin embargo, en este momento, sabía por hecho que ese enorme mástil entraría en ella.
—No... me hagas daño —salió un susurro, una reacción natural al presenciar peligro. No sabía si era porque había experimentado un orgasmo por primera vez, pero todo tipo de ideas estaban surgiendo en su cabeza.
Sus pares de ojos bermellón empapados con su deseo más profundo y oscuro. Su cuerpo vendado ni siquiera cruzaba por su mente, como si eso no le molestara, como si no tuviera lesiones en primer lugar. Todo lo que podía hacer era contener la respiración, mirándolo lamer su pulgar, solo para esparcirlo en la punta de su erección.