—Su pericia en medicina es fenomenal. Muchas veces, casi muero en manos del príncipe heredero Joaquín, pero usted… me devuelve la vida. Y así, le sentencio a muerte… como muestra de gratitud por su arduo trabajo.
El leve sonido procedente de todas direcciones se fue desvaneciendo lentamente mientras los dos se miraban en silencio. Cuando pasó un minuto, el lado de los labios de Javier se curvó en una sonrisa.
—No lo hice por mi hermano. A diferencia de la despreocupación habitual que Javier mostraba frente a todos, incluyendo a Joaquín, el aire que emanaba era diferente. El rabillo de sus ojos se entrecerraba, pero era incapaz de ocultar la malicia en ellos.