—Ya habían comenzado —Conan parpadeó dos veces mientras fijaba su vista en el lado de Aries. Notando la sonrisa torcida en su cara, inclinó la cabeza a un lado.
—Dama Aries, ¿planea unirse al príncipe heredero? —preguntó por pura curiosidad, observándola devolverle la mirada con una dulce sonrisa.
—¡Claro que no! —se rió, ajustando las riendas con una mano mientras en la otra sostenía la ballesta en posición—. Ya habían comenzado, así que significa que es mi momento de cazar. ¡Tengo una competencia que ganar!
Conan inclinó la cabeza, pero antes de que pudiera hablar, Aries ya se alejaba a toda velocidad como una loca.
—¡Vamos, Señor Conan! ¡Aprovechemos sus vacaciones y cacemos para mí! —gritó.
—¡Eh…! —extendió su mano pero fue en vano, manteniendo la vista en el polvo que levantaba el corcel al avanzar—. Siento que ya ni siquiera conozco el plan completo.