—Entonces, ¿también le gustan los jardines? —preguntó Aries mientras apartaba la mirada del jardín hacia Ismael, quien permanecía sentado frente a ella en el pabellón. Ismael estaba recostado con indolencia, con la mirada en las flores, extrañamente en silencio.
—No exactamente —le lanzó una mirada lateral indiferente—. Hay muchas otras cosas que ver —y más bonitas que esas.
Sus labios se entreabrieron, pero terminó apretándolos y apartó la mirada de él hacia las flores cercanas. Se mantuvo callada, sintiendo su mirada sobre su lado, la cual ignoró.
—¿Terminaste de jugar conmigo? —él rompió el silencio después de otro minuto de silencio.
Aries sonrió con los labios cerrados. —Estoy casada —lo miró de reojo.