—Tras la partida de Trinidad y Reece, y por no mencionar a toda su comitiva, teníamos muchas cosas en las que empezar a pensar —empezó Artem—. Teníamos que hablar sobre qué iba a pasar con todos los niños. Necesitábamos planificar para el bebé que estaba en camino. Había muchas parejas emparejadas e imaginé que necesitábamos planear bastantes bodas. Sin mencionar que necesitábamos ir a visitar a la Reina de las Hadas.
—Sí, definitivamente estaba nervioso por todo eso. Pero sobreviviría. Había aprendido mucho de Reece mientras estuvo aquí. Por no mencionar que él iba a enviarme copias de todos los libros de Alfa que había leído cuando era niño.