—La joven que habló hizo que todos los que estaban en contra se detuvieran a pensar —empezaban a creer que tal vez, solo tal vez, todo lo que decíamos era verdad. O al menos, empezaban a tener la esperanza de que así fuera.
Noté que muchas de las flores que rodeaban a la multitud habían cambiado de amarillo a otros colores. Algunas eran blancas, lo que para mí hablaba de felicidad y alegría. Algo que era tranquilo y lleno de serenidad. Otras se volvieron verdes, también estaban felices pero con más emoción mezclada. Otras solo cambiaron de amarillo a naranja. Aún estaban precavidas pero se estaban acostumbrando a la idea.
Por lo que podía decir, casi no quedaban flores amarillas. Esto iba a ser mucho mejor de lo que pensaba si las emociones de los demás iban a ser tan fáciles de cambiar.
Sin embargo, todavía había aquellos con flores negras. Ninguna de ellas había cambiado en absoluto. Todavía estaban furiosamente enojados. No sabía qué hacer con todos ellos.