—Desperté con el hermoso aroma de una brisa de medianoche en un campo de lavanda. Era el mejor aroma del mundo, al menos para mí. Quería sonreír. Quería acercar la fuente de ese aroma a mi pecho y abrazarla fuerte mientras ambos nos deslizábamos de nuevo al sueño. Pero no pude hacer ninguna de esas cosas.
La última vez, Estrella había despertado antes que yo. Había gritado al recordar lo que había sucedido la noche anterior. Esa mañana casi había destrozado mi alma. No creí que pudiera perdonarme a mí mismo o que Estrella alguna vez me perdonara.
Afortunadamente, ella me había perdonado. Había superado todo lo que le había pasado mientras se había visto obligada a llevar ese horrible talismán. Y por eso nos habíamos reunido de nuevo anoche.
Lo que hizo esta vez más especial fue que Estrella inició el encuentro. Me había pedido que la tomara y ella me había besado primero. Esperaba que esta mañana resultara mejor que la última vez.