Cuando llegaron a París, estaba lloviendo. A Ari no le gustaban los días lluviosos. Casi siempre se resfriaba cuando llovía. Afortunadamente, para cuando llegaron al aeropuerto, la furgoneta ya estaba esperando para llevarlos a su hotel.
Ari hacía tiempo que no volaba tanto. La última vez que había salido del país fue para visitar a su padre en Polonia, y eso fue hace aproximadamente siete u ocho años, por lo que tenía jet lag cuando llegaron a París.
Era un hotel de cinco estrellas. Xavier ya había reservado habitaciones para ellos antes de llegar, y cuando llegaron al hotel, les entregaron las tarjetas de sus respectivas habitaciones.
Mientras caminaban hacia el ascensor, Xavier habló:
—Descansen un poco. Vamos a reunirnos con los inversores al mediodía.
Ari miró su teléfono y se preguntó qué descanso tendrían con apenas tres horas. Le daba vueltas la cabeza y lo único en lo que pensaba en ese momento era en llegar a su habitación, acostarse y dormir.