—Necesitamos hablar, ¿no crees? —Tiana sonrió y agarró a Gwen de la mano, arrastrándola al baño, la empujó hacia adentro y cerró la puerta con llave.
—¿Qué quieres? ¡No tengo nada de qué hablar contigo! —Gwen gritó enojada, había estado evitando a Tiana desde que se despertó, si hubiera sabido que se encontraría con ella esa mañana, se habría quedado en casa.
Tiana la miró en silencio, todavía sorprendida de saber que esta era la persona por la cual había arriesgado su vida, la persona a quien había hecho todo por hacerla feliz. Si alguien le hubiera dicho que algún día Gwen la traicionaría, habría abofeteado a esa persona. Así de mucho confiaba en ella. —¿Cómo fingió durante tanto tiempo? ¿O acaso las señales siempre estuvieron ahí y simplemente se negó a verlas?
—¿Qué quieres? —Gwen preguntó, sacando a Tiana de sus pensamientos.
—¿Seguro que esa es la primera cosa que quieres preguntarle a tu hermana que acaba de despertar de un coma? —Tiana sonrió.
