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Claire se quedó de pie al lado del coche mientras veía a Leo meter su maleta en el coche.
Anoche llamaron a sus padres para decirles que iban a visitarlos y su mamá les dijo que empacaran sus cosas, que pasarían la noche allí.
Así que por la mañana, después de recoger algunas de sus cosas, él manejó hasta su casa. Leo no la dejó hacer nada. La hizo sentarse y simplemente decirle qué y qué empacar.
Apenas levantó un dedo. Lo único que le dejó hacer fue bañarse y cepillarse porque ella insistió, todo lo demás, él la ayudó, incluso al comer.
Y ahora estaba metiendo su maleta en el coche.
Cuando cerró el maletero, se apresuró hacia el asiento del acompañante y le abrió la puerta para que ella subiera.
—Leo, solo tengo unas semanas, todavía no estoy débil.
Ella se quejó, ya harta de sus atenciones.
—Lo sé —dijo Leo, ayudándola a ponerse el cinturón de seguridad y luego besando sus labios, antes de irse al otro lado del coche.