—Estoy manejando, esposa.
—Y yo estoy caliente, marido —Tiana sonrió, deslizando sus manos hacia su entrepierna, se rió cuando lo sintió endurecerse bajo su mano.
Nicklaus se acomodó en el asiento, tratando de concentrarse en el camino.
—¿Te das cuenta de que alguien murió y deberíamos estar de luto? —preguntó en broma y Tiana se rió.
—¿Lamentos, quieres decir? Puedo hacer eso todo el día —ella bromeó haciendo que él se riera.
—Dios, esta mujer...
Tiana sonrió mientras le desabrochaba el cinturón y deslizaba su mano dentro de sus pantalones; agarrándolo con su mano, lo acarició lentamente.
—Vamos a tener un accidente a este paso, hermosa, espera; podemos hacer esto cuando lleguemos a casa, ¿vale? —rogó en un tono suave y Tiana lo acarició una última vez antes de soltarlo y subirle el cierre del pantalón.
Ya no necesitaban salir con una docena de guardias, Tiana estaba tan feliz. Ya no tenía miedo de salir sola.