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Nicklaus pasó por una farmacia cercana y entró con Tiana:
—¿Tienen la pastilla del día después? —preguntó Tiana, mientras estaban frente al mostrador.
—Sí, señora —respondió la farmacéutica, echando un vistazo a Nicklaus que estaba a su lado.
—¿Cuántos días han pasado, señora? —preguntó la mujer volviendo la mirada hacia Tiana.
—Eh, ¿cuatro días?
—Está bien —la mujer asintió y se fue, después de unos minutos, volvió con un paquete de tabletas—. Esto servirá —dijo pasándoselo a Tiana a través del mostrador.
—Agrega también unas tiras de prueba de embarazo —dijo ella, aunque iba a tomar las pastillas, era mejor estar segura.
—Y diez cajas de condones —añadió Nicklaus inmediatamente y un fuerte rubor cubrió las mejillas de Tiana, sus ojos se abrieron de sorpresa, sintió instantáneamente las miradas de las personas sobre su cuerpo.
—¡Diez! ¿No pudo haber dicho dos o incluso cinco, por Dios?