Tiana se vistió en el baño otra vez, pero esta vez tenía problemas. El vestido que había escogido para llevar al cumpleaños, un vestido ajustado azul hasta la rodilla, tenía tirantes que debían atarse detrás y necesitaba la ayuda de Nicklaus.
Había estado parada en el baño por minutos ahora, preguntándose cómo saldría y pediría su ayuda. Reuniendo valor, tiró de la manija de la puerta y salió.
Nicklaus, que estaba parado frente al espejo abrochándose los gemelos, se volvió hacia ella; quería hablar pero cuando vio cómo sostenía su vestido con ambas manos sobre su pecho, las palabras se detuvieron en su lengua.
—Oye…
Ella llamó con una sonrisa forzada; Nicklaus parpadeó;
—Oye… —respondió él, mirándola confundido.
—Ehm, ¿puedes ayudarme con estos tirantes, no puedo alcanzarlos con mis manos? —habló ella con una sonrisa, y Nicklaus asintió.