—¡Aaaaaaarrrrhhhhhhhhhhhhhhhhh! —gritó Tiana, sus manos cubriendo sus ojos inmediatamente y con una rápida carrera, huyó del baño.
—¡Oh, Dios! —jadeaba ella; su rostro rojo de vergüenza.
—¿Por qué gritas como si hubieras visto un fantasma? —Nicklaus salió del baño, sus pies haciendo ruido mientras caminaba hacia la habitación, una toalla alrededor de su cintura.
Las manos de Tiana todavía estaban sobre sus ojos, y no se atrevía a darse vuelta.
—Yo... lo siento, tenía prisa porque me desperté tarde, no me di cuenta de que estabas en la ducha —tartamudeaba Tiana, todo su cuerpo tembloroso, sus ojos aún se sentían impuros por lo que había visto.