Tang Moyu condujo lejos tan pronto como salió de Tang Estate. Ni siquiera le dedicó una mirada a la mujer que la había criado y se alejó con paso firme, dejando que toda la familia se desmoronara por sí sola. Este era su castigo por haberla ofendido repetidamente. También era para enseñarles a no meterse más con ella.
Sin embargo, en lugar de ir directamente al Jardín de Durazno en Flor, donde su familia la esperaba, Tang Moyu condujo hacia el bufete de abogados que manejaba el testamento de su padre. Con el certificado de matrimonio que había obtenido con Feng Tianyi, era el momento de reclamar todo lo que legítimamente era suyo.
El abogado no parecía sorprendido al verla. De hecho, tenía una pequeña sonrisa en su rostro que le decía a Tang Moyu que había estado esperándola para que regresara desde la última vez que ella visitó.
—Señorita Tang, ha vuelto —dijo con una sonrisa, juntando sus manos encima de su escritorio mientras miraba a la mujer que estaba sentada frente a él.
