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—Tianyi, ahora que tú y Moyu están casados, espero que puedas dejar de comer celos. Es ridículo que dejes caer lo que estés haciendo solo porque escuchaste que otro hombre estaba acosando a la emperatriz —Gu Yuyao sonrió maliciosamente al diablo.
—¿Cómo no va a saber que Feng Tianyi dejó a Song Fengyan en la Ciudad de Linyi cuando escuchó los rumores sobre Tang Moyu y Yun Zhen? Su esposo se había estado quejando mucho del diablo estos días. Se había convertido en una especie de rutina a la que ya se había acostumbrado desde que se casaron.
—Feng Tianyi solo frunció el ceño ante su comentario, pero no replicó. Lo que Gu Yuyao dijo tiene sentido. Aunque Yun Zhen quisiera perseguir a Moyu ahora, sería imposible que pudiera llevársela.
—El pensamiento de que Yun Zhen ni siquiera sabía que la emperatriz se había casado traía satisfacción al diablo. Eh, Yun Zhen podría intentarlo todo lo que quisiera, ¡pero Tang Moyu ya era suya!
