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Fafnir y Tabit salieron detrás del rey y la reina después de unos minutos. Pero en cuanto aparecieron de la mano, la multitud también comenzó a vitorearlos. Había tanta emoción y felicidad en el ambiente que era contagiosa.
Esa noche era imposible para los novios esperar más. Mientras Rigel estaba de pie con Lerna para mostrar su relación frente a sus súbditos, Fafnir no tenía tal obligación. Tomó la mano de Tabit y se escaparon de allí discretamente.
—¡Fafnir! —exclamó Tabit, sorprendida por el rumbo que él tomaba. —¿Qué estás haciendo? —preguntó entre risas.