Tabit lucía tan hermosa y sexy en sus ropas amplias que Fafnir quería tomar su rostro y besarla hasta dejarla sin sentido, pero la llamada del rey lo esperaba. —Ven —murmuró.
Cuando él abrió la puerta de su habitación y ella lo siguió, Orin los observó con los ojos muy abiertos, estupefacto como si hubiera visto un fantasma. Y la chica era tan hermosa que ni siquiera podía desviar su mirada. Fafnir le gruñó feroz, peligrosamente, posesivamente.
Ahora Orin estaba aún más asombrado. Fafnir nunca se había comportado de forma tan posesiva hacia una mujer. —El— el rey te espera —tartamudeó tratando de entender qué estaba pasando. Si la chica era una aventura de una noche, entonces ¿por qué el General se comportaba así? Y en toda su vida nunca había visto a Fafnir tan posesivo.
Fafnir apretó sus mandíbulas. Caminó por el corredor con Tabit a su lado mientras Orin los seguía. Llegaron a la habitación del rey. Mientras Orin se quedaba atrás, Tabit y Fafnir entraron.