La noche en la capital de Draka era como estrellas en la tierra. Todas y cada una de las casas, calles y jardines estaban iluminados con miles de velas y faroles.
La sala del trono estaba repleta de cortesanos del Reino de Draka y todos los reales de otros reinos. Cada candelabro estaba encendido con cientos de velas. Las ventanas arqueadas estaban abiertas y banderas con el emblema bordado del Reino de Draka, un dragón, colgaban sobre los arcos. Una larga alfombra roja se extendía desde la entrada hasta el estrado donde estaban colocados los tronos. Un fuerte aroma a sándalo permanecía en el aire.