Tania dio un respingo cuando el hombre alto, que emergió del destello de luz, caminó hacia ellos seguido por una chica. Era tan rápido como un golpe de rayo. Un rastro llameante se quedaba tras él cuando se paró justo frente a ellos. Vestido completamente de oro, era como una gruesa sombra.
—¡Padre! —Taiyi se levantó e hizo una reverencia ante él, junto con Eltanin y Tania.
El cielo sobre ellos brillaba más intensamente. Pequeñas chispas de luz se liberaron y cayeron en cascada sobre el palacio, como dándole la bienvenida a su rey.
La mirada de Izo se encontró con la de Tania cuando ella levantó la cabeza y sus labios se curvaron hacia arriba. Un escalofrío de inquietud le picó la nuca cuando sus miradas se entrelazaron.