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—Eltanin miró a su compañera con tal ternura que tironeó de su corazón. Se acercó a ella y dijo, —¿Estás bien? Acarició su mejilla con sus nudillos mientras su garganta hacía un movimiento visible.
—Sí, —respondió ella mientras levantaba la vista hacia él. La magia ondeaba a su alrededor y una brisa fresca rozaba su piel ardiente.
Él tomó su mano y la sostuvo cerca de su pecho mientras la guiaba fuera del caos. Tania no podía apartar los ojos de la vista de su mano grande que sostenía la suya protectoramente.