—¿Por qué no me dijiste que ella es tu compañera en aquel momento? —Rigel sonaba enojado detrás de él. Le parecía extraño el comportamiento de Eltanin, pero no lo cuestionaba ya que tenía prisa.
Él gruñó:
—Ella es mi compañera, sin marca y sin reclamar. Es frágil y una esclava del Monasterio Cetus. ¿Qué crees que hubiera hecho?
Rigel entendía el predicamento de su amigo. Eltanin era muy protector con ella. Era natural. Pero a Rigel le alegraba que Eltanin finalmente hubiera encontrado a alguien. El destino de Araniea se veía mejor.
—Entonces, ¿cómo planeas sacarla? Estoy seguro de que Biham ya sabe que estamos aquí —comentó Rigel.
—Quiero matarlos a todos y llevármela tan pronto como sea posible. ¡Está siendo mantenida como prisionera! —exclamó Eltanin con furia.
Rigel se frotó la sien.
—Ven adentro, Eltanin, tenemos que formar un plan —aseveró.
Pero Eltanin no lo hizo. Continuó mirando al palacio. Tenía su propio plan. Eso también incluía matar a Morava.
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