—¡Basta de tonterías! —gritó Sirrah a Morava.
—¿Tonterías? —replicó Morava—. Mi padre está ahí sentado con una chica que hasta ayer era esclava y hoy— dejó escapar un soplido cortante—. ¿Hoy esa perra es la verdadera heredera de Pegasii?
Sirrah apretó los dientes con tanta fuerza que le dolían. Cerrando los puños, comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación de nuevo. Recordó cuando se había enterado de que Kinshra y Biham eran compañeros, había planeado algo para hacer que Biham rechazara a su compañera.
Biham era incapaz de vivir sin Kinshra. No había un día en que no se la viera con él. Era como si no pudiera dejar de tocar a su compañera. Sirrah había confrontado a Biham y exigido que, como ella era la madre de su primer hijo, él debería rechazar a su compañera.