Mo Rao miró a Tong Yue con sospecha. —¿Me extrañas a mí o a Xiao Yan?
Tong Yue evitó su mirada y tartamudeó, —¡Rao Rao, no digas tonterías!
Mo Rao cotilleó, —Vi a cierta persona mirando a Xiao Yan como una fanática hace un momento, pero no me miraba tanto a mí.
—Mo Rao…
Tong Yue estaba a punto de replicar cuando vio a Xiao Yan acercarse desde el rincón de su ojo.
Inmediatamente retiró su expresión y le hizo señas a Xiao Yan.
—¿Vienes a ver a Mo Rao? —Xiao Yan se paró frente a Tong Yue y la miró tiernamente.
Cada vez que Tong Yue miraba a los ojos de Xiao Yan, sentía como si su alma estuviese poseída. Se sentía mareada, como si hubiera bebido una copa de vino añejo.
Tong Yue tenía que admitir que disfrutaba esta sensación. Se sentía como si estuviera flotando hacia la única fuente de luz como una burbuja emitiendo colores coloridos.
Y Xiao Yan era ese haz de luz.
—Sí, sí —respondió Tong Yue presa del pánico.
De hecho, ella también quería verlo.
