Qu Rou quería urdir un plan contra Mo Rao, pero al final, terminó empapada.
Su largo cabello se adhería a su cuerpo como pegamento, y el agua resbalaba por su cuerpo.
Su vestido ajustado se ceñía a su cuerpo. Además, su ropa era blanca desde un principio, así que después de que se empapara, incluso su ropa interior se podía ver.
Bajo la mirada de todos, Qu Rou sentía que su cuerpo estaba en llamas y deseaba poder encontrar un agujero donde esconderse.
Sus lágrimas fluían, pero su cara también estaba cubierta de agua, haciendo difícil distinguir si eran lágrimas o agua de la piscina.
—Qu Rou, ¿estás bien? —Como Qu Rou había actuado tan pretenciosamente antes, Mo Rao tenía que contraatacar.
—¡Mo Rao! ¡Perra! ¡En realidad, me empujaste! —rugió Qu Rou con ira.
—¿Cómo te empujé? Recuerdo que tú querías empujarme, pero fallaste. ¿Quieres ver las grabaciones de vigilancia? —dijo Mo Rao con una sonrisa.
Al oír esto, la ira de Qu Rou disminuyó.