A medida que pasaban los días, la salud de Fu Ying mejoraba día tras día, excepto por sus piernas.
Cuando llegó el día en que pudo caminar nuevamente, en el momento en que dio un paso, descubrió inmediatamente su desequilibrio.
—¡Ten cuidado! —Gu Hai vio que Fu Ying temblaba y rápidamente lo apoyó.
Fu Ying apartó a Gu Hai y gritó:
—¡No me ayudes!
Gu Hai se quedó atónito y no se atrevió a avanzar de nuevo. Solo pudo dejar que Fu Ying avanzara por sí mismo.
Con cada paso que daba Fu Ying, temiendo que Fu Ying cayera, el corazón de Gu Hai no podía evitar saltar.
Justo cuando Fu Ying estaba a punto de llegar a la puerta de la sala, perdió el equilibrio y cayó hacia un lado. Gu Hai rápidamente se adelantó para apoyarlo.
Fu Ying apretó los dientes, sus hombros temblando.
Gu Hai se quedó atónito. Vio que los ojos de Fu Ying estaban rojos y las lágrimas se acumulaban en sus ojos antes de caer al suelo.
—Presidente Fu…
