Fu Ying soltó a Qu Ru, luego observó cómo caía al suelo y jadeaba violentamente. Su corazón no se ablandó en absoluto. Solo respondió inexpresivamente:
—Dame el video y te diré todo lo que descubrí sobre ti. Puede salvarte la vida.
—No te creo. ¿Cómo puedes probar que lo que dices es cierto? —Qu Ru se sujetaba la garganta mientras miraba a Fu Ying con los ojos rojos.
—Si no fuera por el video de Rao Rao, que está en tus manos, realmente desearía que estuvieras muerta. Puedes arriesgarte. Aunque el video se divulgue, seguiré estando con ella, pero tu vida desaparecerá. —Fu Ying miró a Qu Ru con desdén, como si estuviera mirando a una larva en una zanja hedionda.
La mente de Qu Ru estaba hecha un lío. No sabía si debía creer las palabras de Fu Ying. Si no lo hacía, ¿y si su vida realmente corría peligro?
Solo no podía entenderlo. ¿Quién más querría verla muerta? Ahora era miembro de la familia Qu.