En la naturaleza, el sol era abrasador y había mosquitos. Era simplemente una tortura para Fu Ying quitarse la ropa.
Mo Rao deliberadamente miró a Fu Ying expectante con sus grandes ojos. Luego, hizo un puchero. —Si no quieres, olvídalo. ¿Y si el Presidente Fu se quema con el sol?
Tan pronto como terminó de hablar, Fu Ying ya se había quitado la camiseta de manga corta, revelando sus perfectos músculos, como los de una escultura humana tallada por Dios.
Sus abdominales estaban marcados. Mo Rao sintió que su rostro se calentaba. Esto era un poco incómodo.
—Listo, ya lo he acolchado para ti. Descansa pronto. —Fu Ying extendió cuidadosamente la ropa y sonrió a Mo Rao con ternura.
Mo Rao estaba demasiado avergonzada para mirar a Fu Ying, así que se acostó y durmió sobre la ropa.
Su venganza fue un festín para los ojos de millones de internautas.
—Mis lágrimas no pudieron evitar salir de entre mis piernas...
—¿Qué diablos te pasa? ¿Eres un pervertido?
—¡Es tan guapo y masculino!