Mo Rao tenía un olor corporal muy agradable. Otros perfumes no podían ocultarlo. Fu Ying era muy sensible a su fragancia.
Cuando ella lo abrazó así, él no pudo evitar sentir impulsos.
Su parte baja mostraba signes de una erección. Sintió que si seguía abrazándola, ya no podrían ser hermanos. Se convertiría en una bestia.
—Está bien, descansa. Aún tienes que filmar más tarde —dijo Fu Ying—. Yo me voy primero —soltó a Mo Rao—. Préstame el baño.
Con eso, se dirigió al baño sin preguntarle a Mo Rao. Este era su baño personal.
¡Oh no!
Mo Rao de repente recordó algo. Rápidamente corrió a la puerta del baño para detener a Fu Ying, pero él ya había entrado y cerrado la puerta del baño.
—¡No, Fu Ying, sal! —queriendo que Fu Ying saliera del baño, Mo Rao golpeó la puerta con todas sus fuerzas.