Fu Ying se colocó frente al doctor, se agachó y agarró el cuello del médico. Su mirada era fría y cruel —¿De dónde sacaste esa ilusión?
—Presidente Fu, si no le gusta más la Señorita Qu, ¿por qué va al hospital todos los días a acompañarla y hasta busca donantes de médula ósea para ella? ¿No odia la familia Qu a la Señorita Qu? Usted estuvo dispuesto a acompañarla al banquete de cumpleaños de la Señora Mayor Qu y apoyarla. ¿No es ella la mujer más importante para usted? —El doctor explicó con voz temblorosa.
Fu Ying se quedó estupefacto. Por un momento, sus ojos se volvieron vacíos.
Entonces, ¿había dado a todos una impresión equivocada?
Si incluso otros lo veían así, probablemente más aún en los ojos de Mo Rao.
Todo era culpa suya. Él había ocasionado esta situación.
Fue porque era demasiado parcial e ignoró a Mo Rao que esta gente no la tomaba en serio.
Fu Ying quería matar a estas personas y a él mismo al mismo tiempo.