Las lágrimas caían de los ojos de Mo Rao. Sentía que su corazón había sido aplastado.
Cuando Fu Ying se fue, incluso le dijo que no iba a divorciarse.
Le había dicho incluso que quería tener un hijo.
—¿Qué pasó al final?
Ahora, estaba embarazada de su hijo, pero estaba atada a la fuerza a la mesa de operaciones para donar su médula ósea a Qu Ru.
—¡Suéltenme! —Mo Rao luchaba desesperadamente por el bien del niño en su vientre—. ¡Aunque él esté de acuerdo, la Anciana Señora Fu no les perdonará!
Inesperadamente, Yang Qiu apareció a su lado. Era muy irónico.
—¿De qué estás hablando? Mientras el Presidente Fu esté decidido a proteger a Qu Ru, ¿realmente crees que la Anciana Señora Fu y los demás pueden hacer algo? —replicó Yang Qiu.
—¡Yang Qiu, tú! —Mo Rao apretó los dientes—. Yang Qiu debía haberla drogado.
—¿Crees que el Presidente Fu realmente quiere que te proteja? Qué estúpida. Solo quiere que te vigile por si acaso intentas escapar —replicó Yang Qiu con desdén.
