Las miradas de las dos personas chocaban. Una era asesina, mientras que la otra era tan tranquila como el agua.
Al final, Mu Tingfeng tomó la delantera para romper el silencio. —Prometiste a mi mamá cuidarme bien —dijo algo pausadamente que le sonaba muy familiar a Zhao Youlin.
Zhao Youlin se quedó sin palabras. —Hermano, usas la misma razón cada vez. ¿No te cansas? Yo sí.
Pero Zhao Youlin descubrió que no tenía forma de refutar una razón tan simple. Solo podía sufrir esta pérdida con enojo. Luego, bufó y dijo, —Entendido.
Mu Tingfeng observaba a Zhao Youlin, que se alejó enojada. Solo quedaban la renuencia y la irritación en sus ojos, que usualmente estaban llenos de orgullo y confianza. Las comisuras de su boca se curvaron lentamente mientras encontraba a Zhao Youlin linda sin razón.