—Un fuerte bofetón resonó en la tienda de mascotas. El corazón de todos se estremeció.
—Xia Zhetao inhaló una bocanada de aire frío. Apretó los dientes y retrocedió unos pasos. Al momento siguiente, se dio cuenta que había sido un descuido de su parte hacer eso. Así que, rápidamente se acercó al lado de su superior y preguntó con temor:
—P-Presidente Mu… ¿está bien?
—¡Oh, vaya! ¡Alguien en la Tierra realmente se atrevió a abofetear al Presidente Mu! ¡A-Ah…! ¿Por qué este viaje a la tienda de mascotas se convirtió en una película de terror?! Mis ojos deben estar engañándome. ¡Esto no tiene sentido en absoluto!
—Mu Tingfeng también quedó atónito en el momento en que Zhao Youlin lo abofeteó sin piedad. En lo que a él respecta, nadie se había atrevido a abofetearlo desde que nació en este mundo.
—La expresión de Mu Tingfeng se oscureció. Estaba a punto de estallar de ira. Sin embargo, se sobresaltó inmediatamente cuando notó los moretones en el hombro de Zhao Youlin. Dijo:
—T-Tú…
