Qiao An había oído hablar desde hace mucho del legendario profesor de Huo Xiaoran. No solo era habilidoso, sino que también era profesor y amigo de Huo Xiaoran. Probablemente porque no tenía hijos propios, trataba a Huo Xiaoran como si fuera su propio hijo y lo consentía.
Qiao An miró a Xiao Ran confundida, sin saber qué quería decir.
—O el Maestro te acompañará a la familia Xiao y te protegerá mientras yo cuido a los niños, o yo te acompañaré a la familia Xiao y el Maestro se quedará atrás para ayudarnos a proteger a los niños —dijo Huo Xiaoran.
Qiao An pensó por un momento. Sentía que era tan tímida como un ratón y siempre se asustaba cuando ocurría algo. Dado que Huo Xiaoran era sabio y previsor, podía compensar sus deficiencias.
Qiao An se acercó al profesor y le agradeció respetuosamente. —Maestro, dejaré a los niños con usted. Perdón por las molestias —Ella se inclinó ante él.
El maestro le sonrió. —Qiao An, no te preocupes. Conmigo por aquí, nada les pasará a los bebés.