—Inesperadamente, no solo Qiao An no se enojó, sino que también le aseguró a Huo Xiaoran —Hermano Xiaoran, ve tranquilo al trabajo. No te preocupes por mí.
—Sin embargo, Huo Xiaoran estaba preocupado por ella —Mandaré a alguien para que te traiga el almuerzo. No tienes que hacerlo tú misma. Si te aburres, ve a charlar con Xiao Yue. Tu tarjeta bancaria está en el cajón. Si quieres ir de compras, busca a Xiao Yue para que te acompañe.
—Qiao An bajó la cabeza mientras lo abrazaba como un koala —No me mimes de esa manera. Me hará sentir inútil.
—Huo Xiaoran le acarició la cabeza y dijo íntimamente —Cuando pienso en los últimos años, debes haber sufrido mucho con los tres bebés sola. Me siento muy culpable y me culpo a mí mismo. An'an, lo siento. Te hice sufrir demasiado.
—Qiao An rió con claridad. Era optimista por naturaleza y no le gustaba recordar las cosas malas. Siempre recordaba los aspectos más suaves y hermosos de la vida.
