—El trágico grito de Li Changhai atrajo a los policías que estaban afuera. Lo arrancaron de las manos de Huo Xiaoran y persuadieron:
—Presidente Huo, no podemos dejar que lo mate.
—Huo Xiaoran dejó de golpear y miró fieramente a Li Changhai. Dijo tristemente y con ira:
—¿Sabes que ella no habría podido usar anestesia durante el tratamiento porque estaba embarazada? ¿Cuánto dolor tuvo que soportar para sanar su herida?
—Li Changhai se sujetaba la cabeza. En ese momento, sus ojos estaban llenos de miedo. Realmente tenía miedo. La locura en la apariencia de Huo Xiaoran lo hizo sentir muy aterrorizado.
—Nunca había pensado que bajo la apariencia gentil y amable de Huo Xiaoran, hubiera un lado tan despiadado.
—Ustedes pueden irse. Todavía tengo algunas palabras que decirle —La crueldad en los ojos de Huo Xiaoran fue reemplazada por una energía oscura.
—Los oficiales soltaron a Huo Xiaoran. Le dieron palmaditas en el hombro, como para recordarle y consolarlo: