La expresión de Li Tingfeng era fea.
Qiao An no le extendió ninguna cortesía delante de su suegro, lo que le hizo sentirse muy incómodo.
Aunque hacía tiempo que había oído que esta nuera era muy inquebrantable e incluso se atrevía a contradecir a su padre, Li Tingfeng no pensaba que Qiao An fuera difícil de domar. Él sentía que su padre era demasiado blando a veces. ¿Por qué tenía que razonar con una chica pequeña como Qiao An que no tenía antecedentes ni apoyo? Podría simplemente mostrar su carta ganadora y darle algunos problemas, y ella retrocedería.
—Qiao An, quiero que retires la demanda de divorcio. Como compensación, podemos darte una parte del dinero —dijo Li Tingfeng con confianza.
Qiao An miró a Li Tingfeng sin ninguna expresión. Aunque Li Tingfeng era su suegro, su vida privada era caótica. Qiao An reprimió su desprecio por este suegro que tenía cara de humano pero corazón de bestia.
Naturalmente, su actitud hacia Li Tingfeng no era buena.