En este día, Qiao An estaba recogiendo hierbas medicinales cuando Xie Cunhua de repente se le acercó. Se sonrojó y expresó su gratitud hacia Qiao An. —Qiao An, mi hermano se ha recuperado. Mi hermano dice que está muy agradecido por tu sugerencia de usar medicina tradicional china para reducir su fiebre. Eres una bendición para mi hermano, y también para todos los pacientes. Mi hermano me pidió que te diera las gracias personalmente.
Qiao An se levantó y Xie Cunhua vio que el rostro de Qiao An estaba cubierto de barro, pero Qiao An había recogido muchas hierbas. Xie Cunhua reflexionó en secreto. Aunque Qiao An venía de una gran ciudad, realmente no era nada pretenciosa. La hostilidad de Xing Xiaoya hacia ella era completamente un prejuicio.
Qiao An sonrió ampliamente. —Eso es genial. Xie Cunhua, ya que la medicina china es tan útil, recojamos más.
Xie Cunhua asintió. —Sí.
Xie Cunhua se agachó a su lado y charló con ella.
