—Mamá, iré contigo. Puedo ayudarte a golpear a los malos —Ki Ki de repente agarró la mano de su madre y suplicó a Qiao An.
El primer pensamiento de Qiao An fue resistirse, pero de repente recordó que Ki Ki podría tener que tomar el mismo camino inusual que su abuelo y su padre en el futuro. Esta aventura podría considerarse una lección para él. Se armó de valor y sacó a Ki Ki.
—Protégete.
—Lo haré —respondió Ki Ki.
Qiao An y Ki Ki se separaron. Cuando Qiao An bajó las escaleras, vio al criminal sosteniendo a su tía como rehén y obligando a Huo Zhou y Sisi a agacharse en el suelo con las manos en la cabeza.
Al ver a Qiao An, el criminal apuntó con su pistola a Huo Zhou y Sisi y amenazó:
—Qiao An, ven aquí.
—Déjalos ir; seré tu rehén —dijo Qiao An sabiendo que los criminales habían venido por ella. No quería implicar a los demás, así que caminó valientemente.
Huo Zhou y Sisi se quedaron atónitos al escuchar las palabras de Qiao An.