Li Tingfeng no lo obligó.
—¿Hay algo más? Si no, volveré al trabajo —dijo Li Zecheng con calma.
Li Tingfeng lo miró desconcertado. Aun cuando solo se habían visto por un corto tiempo, Li Zecheng aún parecía muy impaciente.
—Zecheng, no me odies. Sé que me equivoqué. Si pudiera empezar de nuevo, definitivamente valoraría a nuestra familia —dijo Li Tingfeng.
—La vida no es una actuación. Nadie puede predecir su final. Nadie tiene la oportunidad de empezar de nuevo —sonrió burlonamente Li Zecheng.
Li Tingfeng bajó la cabeza avergonzado.
—¿Escuché que tu caso está por ir a juicio? —dijo Li Zecheng.
Li Tingfeng levantó la cabeza en shock, sus ojos llenos de anticipación. En realidad, en el fondo, anhelaba que Li Zecheng lo ayudara a encontrar conexiones para aligerar su castigo.
Sin embargo, Li Zecheng fue tan frío con él que le dio vergüenza tomar la iniciativa para sugerirlo.
Ahora que Li Zecheng había mencionado esto, él suplicó:
—Zecheng, ayuda a Papá. No quiero morir aquí.
