Ese susurro aplastó lo último de su racionalidad restante.
Cuando el apasionado beso aterrizó en sus labios, el familiar aire de dominación del hombre se apoderó de su respiración.
Sus cálidos y húmedos labios recorrieron su cuello, tocando la suave y tierna piel de la chica poco a poco.
Con los labios mordidos, Gu Weiwei se sintió adormilada y mareada. Empezó a sonrojarse de una manera muy encantadora a medida que los besos cubrían su relajado cuerpo.
Fu Hanzheng también se comportaba con mucha paciencia. La provocaba sin cesar hasta que ella no pudo resistir más y entonces él la penetró.
El coito que encapsulaba los sentimientos, que provenían del fondo de sus corazones, los hizo extremadamente devotos y obsesionados el uno con el otro.
La pasión era casi insoportable mientras ella gemía.
Después de mucho tiempo, el hombre que tenía sus brazos alrededor de su cintura, quedó satisfecho.
Gu Weiwei estaba sudando y ya no quería moverse más.
