—Yin Jia miró a Cheng Che con una mirada ardiente mientras decía: Por eso el futuro de la familia Yin depende de ti, Yin Xing, o Cheng Che. Aunque seas Cheng Che, eres la única esperanza para el futuro de la familia Yin.
—Cheng Che se mantuvo indiferente. —No me interesa.
—Yin Jia frunció el ceño. —¿Qué tiene que ver esto con tu interés? ¡Esto es tu responsabilidad! No te pediré que vuelvas por mí, pero ¿qué hay de Mamá? ¡Mamá era inocente! ¡Esas personas la mataron! ¿No deberías buscar justicia por ella?
La respiración de Yin Jia se aceleró mientras hablaba.
—Cheng Che, quien había recibido una carga de información de golpe, sintió que su corazón estaba en un lío. Sin embargo, se aferró a sus principios. —No tengo nada que ver con la familia Yin. Eres mi hermana, así que podemos tener algún contacto. Sin embargo, no voy a regresar a la familia Yin.
—Yin Jia se levantó enojada con un fuerte golpe y dijo:
—¿He estado hablando tanto tiempo? ¿No has estado escuchando?
