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Cheng Che pensó para sí mismo:
—¡Qué fiera! Pero me gusta.
A Cheng Che le gustaba cómo Jiahui tenía muy claras las cosas que amaba y odiaba. También le gustaba que ella fuera tan dominante y poco razonable como Jiang Jin.
Cheng Che le dio una palmada en la espalda a Jiahui y dijo:
—No vale la pena que la golpees. Después de todo, aún tienes que adherirte a la ley.
Jiahui lo miró fijamente y dijo indignada:
—¿Entonces se supone que debo dejarla hacer lo que quiera? ¿Se supone que debo mirar cómo maltrata a Song Ning en este grado?
Cheng Che dijo con confianza:
—¡Por supuesto que no! Nadie puede maltratar a mi cuñada. Sin embargo, podemos lidiar con ello sin usar violencia. Lidiar con alguien sin fuerza es una habilidad…
Jiahui lo miró con curiosidad antes de darle un codazo y decir:
—¿A qué te refieres? ¡Habla claro!
Cheng Che sonrió astutamente y dijo: