Jiang Xun se quedó sin palabras.
Si el trío de matones de la escuela o Yu Bingbing estuvieran aquí, dirían que nunca habían visto a Jiang Xun tan obediente.
Mufeng exhaló antes de soltar a Jiang Xun.
Finalmente, la miró con arrepentimiento y renuencia. —Sal del coche.
Su voz aún no se había recuperado y seguía siendo muy ronca.
Mufeng se levantó y se hizo a un lado.
Jiang Xun se apoyó en el respaldo del asiento delantero y se movió al asiento del medio en la parte trasera. Luego, antes de que pudiera dar un paso fuera, se sentó de nuevo repentinamente.
Mufeng se volvió. —¿Qué pasa?
Jiang Xun no tuvo el valor de decirlo. Pensaba que Mufeng la besaría, pero él la había provocado tanto que sus piernas se habían debilitado. ¡No tenía energía alguna!
Jiang Xun no habló, pero su rostro sonrojado la delató.
Al ver que Mufeng simplemente la miraba sin hablar ni salir del coche, Jiang Xun lo fulminó con la mirada, con el rostro enrojecido.
¿Qué estaba mirando esta persona?!
