Los dos fueron a inscribirse y a realizar los procedimientos juntos.
—¿Tus padres no vinieron a despedirte? —preguntó Jiang Xun en el camino.
—No. El pueblo Wenping está tan cerca de la capital imperial, así que no necesité traer mucho equipaje. Pude llevar todo por mí mismo —Bingbing todavía estaba sumergido en la alegría de reencontrarse con Jiang Xun, y sus palabras simples estaban llenas de gozo—. Además, soy un chico. Es hora de entrenarme a mí mismo. Después de instalarme, solo les diré a mis padres que estoy a salvo. ¿Y tú, Jefa? ¿Viniste sola?
—Tuve una pelea con Jiang Chengye —dijo Jiang Xun con indiferencia—. Me mudé hace dos días y ahora vivo sola, así que tendré que trabajar para pagar mis gastos de vida y la matrícula.
