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—Yan Jinyi vio a Zhou Yan sujetando a Huo Qingyuan de un vistazo y dio un gran paso adelante para coger a Zhou Yan por el cuello antes de lanzarlo hacia un lado.
¡Bang...
—Zhou Yan fue estampado contra la pared.
—Cuando su espina dorsal golpeó la pared, Zhou Yan inhaló agudamente debido al dolor insoportable.
—Él miró a Yan Jinyi con ojos inyectados de sangre.
—¿Qué estás mirando? ¡Cierra esos malditos ojos! —Yan Jinyi avanzó y le dio una patada—. Maldito escoria, eres un pedazo de basura que vive a costa de las mujeres. ¡Tus padres deben haberte tenido porque cometiste algún pecado atroz!
—Yan Jinyi gritó con severidad:
— ¡Huo Qingyuan, ve a buscarme una percha!
—Soportando el dolor en su rostro, Huo Qingyuan se levantó y corrió hacia el dormitorio donde escogió la percha más grande y miró a Yan Jinyi con lágrimas en los ojos:
— Segunda Cuñada, aquí tienes la percha que pediste. Segunda Cuñada, pensé que no te importaría lo que me pasara...