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—No hay necesidad, no hay necesidad —Xia Qingwei se sentía demasiado apenada como para molestar a Mo Jingcheng—. ¿Cómo voy a molestarte siendo tan ocupado? Puedo ir a casa por mí misma.
—Mamá, él es mi buen amigo, no hay necesidad de ser tan cortés con él —dijo Han Zhuoli.
—Así es —Mo Jingcheng sonrió y dijo—. Cuando Lu Man y Zhuoli no estén, si necesitas algo, puedes buscarme.
—Ah, está bien, gracias.
—Vamos primero —Han Zhuoli tomó de la mano a Lu Man.
Xia Qingwei se apuró:
—Cierto, ustedes dos deben irse rápido, no se retrasen más.
—Está bien, entonces mamá, te llamaré en cuanto llegue.
Lu Man siguió a Han Zhuoli y luego Mo Jingcheng llevó a Xia Qingwei a la comisaría para que rindiera su declaración.
—¿Nos vamos al aeropuerto ahora? —preguntó Lu Man.
—Sí.
—Pero acabo de verificar y el próximo vuelo disponible para hoy es a las 2 pm —Lu Man había comprobado en su teléfono móvil.
—Tomaremos un avión privado —dijo Han Zhuoli—. Te prometo que llegarás a tiempo.