Liang Xun ignoró los regalos sobre la mesa y besó a Jing Yao suavemente. No se detuvo hasta que Jing Yao gimió incómodamente. Miró a Jing Yao nerviosamente.
—¿Le duele la barriga a Yaoyao? —Liang Xun sonó muy aturdido.
Jing Yao no habló. Tomó la mano de Liang Xun y la colocó sobre su estómago.
Liang Xun pudo sentir cómo su palma era suavemente empujada. Una sonrisa gentil apareció en sus ojos. —El bebé está desobediente otra vez.
Jing Yao levantó la mirada hacia él y dijo con reproche, —No, no digas tonterías. Nuestro bebé es muy obediente. Solo sabe que es el cumpleaños de Papi hoy, así que saludó a Papi.
Liang Xun sonrió y acarició el estómago de Jing Yao. Bajó la voz y dijo, —Está bien, he recibido tu bendición de cumpleaños. Ya puedes parar.
Jing Yao miró impotente a Liang Xun, que hablaba en serio con el bebé. Sintió que sus palabras sonaban suaves al principio, pero sonaban como una amenaza cuando escuchaba con atención.