El tono de Jing Yao era demasiado cuidadoso. Había pasado tanto tiempo, pero ella todavía no podía tratarse completamente como la señora de esta casa.
Liang Xun no estaba enfadado ni decepcionado por esto. Solamente sentía dolor en su corazón.
Todavía recordaba una frase que había visto antes:
—Los afortunados curan el resto de su vida con su infancia, y los desafortunados curan su infancia con el resto de su vida.
No quería que Jing Yao fuera esta última. Haría todo lo posible para hacer feliz a Jing Yao y hacer que olvidara toda su infelicidad del pasado.
Liang Xun retrajo sus pensamientos y dijo en su tono habitual:
—No hace falta complicarse tanto. Simplemente haz la transmisión en vivo en casa.
Jing Yao lo miró sorprendida.
Liang Xun tenía dolor de cabeza. Muchas acciones inconscientes de Jing Yao siempre hacían temblar su corazón. Por ejemplo, ahora lo miraba con los ojos brillantes.